Personas que padecen del TOC viven en un estado constante de lucha o huida.

Sus amígdalas constantemente les envían falsas señales de estar en peligro.

La cosa está en que nuestras imaginaciones no conocen los límites. Casi todos experimentamos pensamientos intrusos sobre la violencia, sexo, blasfemia, suicidio y demás. Para la mayoría de las personas, estos pensamientos van y vienen. Pero para los que padecen del TOC, éstos pueden provocar una ansiedad debilitante.

Deshacerse de estos pensamientos no es fácil. Las personas que padecen del TOC intentan neutralizarlos de manera compulsiva o de refutarlos. Pero entre más se obsesionan en hacerlo, más fuertes se convierten. Se aparecen con más frecuencia y más intensidad. Juegan con los más grandes miedos del paciente cada vez más. Esto hace que las personas duden de su propio carácter y a que busquen consuelo de que no serían capaces de hacer las cosas espantosas que piensan.

Y así empieza el interminable ciclo de obsesiones y compulsiones. Obsesiones son los pensamientos e imágenes indeseados. Compulsiones son los rituales que una persona practica para intentar de minimizarlos. Contrariamente a las populares representaciones del TOC, las compulsiones pueden ser de carácter visibles e invisibles. ¿Qué significa esto? Algunos pacientes practicarán rituales visibles, como lavarse las manos, para luchar contra los pensamientos intrusos. Otros pacientes se quedarán atascados en sus mentes practicando rituales invisibles una y otra vez. El problema está en que muchas veces el TOC no se diagnostica porque los rituales no se ven. Peor aún, si el paciente se reúne con un profesional, terapeutas mal informados podrían dar un diagnóstico equivocado, hacer que se fortalezcan los pensamientos o darle un significado a los pensamientos, relacionándolos a ciertas características de la personalidad y deseos.

La verdad es que los pensamientos intrusos no tienen significado algún. Ya que el cerebro experimenta una fallo entre áreas de comunicación, no define el carácter de una persona. Y la buena noticia es que el TOC es una condición totalmente manejable. Con la terapia adecuada, personas que padecen del TOC pueden llevar vidas felices y normales.

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